Es posible que esté en el sitio más deprimente de la tierra con la pose más triste que se haya visto. Sé que en Nairobi mastican mosquitos cada vez que abren la boca para decir que tienen hambre. O que en algún lugar de México vive el hombre más gordo del mundo que sólo puede hacer cosas con cosas atadas a un palo. Pero esto es relativismo, y aquí el pozo no tiene fin. La piedra no suena. La voz no retumba. Aquí nadie te va a escuchar, cariño. Lo único que puedes hacer es llorar y llorar hasta que empieces a flotar en tu propia autocompasión y salgas a flote.
Y lo peor es que no podría ser peor.
Y visto con perspectiva todo esto tiene menos sentido que abrir un paraguas dentro de casa. Y algún día te reirás de esto. Y el tiempo lo cicatriza todo. Pero no. Es mentira. Hay ciertas cosas que el tiempo sólo le echa polvo encima, pero nunca lo tapa del todo. De esas cosas que siempre te acompañarán, y, que simplemente, aprendes a convivir con esa pena. Luego conviertes esa pena en ira y esa ira en energía. Y sigues. Pero el proceso es más complejo de lo que suena. Es como esas recetas que sólo conocen tres o cuatro desconocidos en el mundo. Ellos y sus barberos. Aquí sólo seguirá lloviendo.
Esto hace tiempo que dejo de ser derrotismo para ser realismo. La ciencia ficción a la que se llama felicidad son esos ratos que pasan entre nube y nube. Entre insustancial rostro y falsa sonrisa. Ahora sólo me queda escucharte. Por última vez. Y será mejor así. Porque peor ya no puede ser. Ya no te subirás la falda y me contarás historias que me exciten. Sólo me contarás lo que alimenta viajar si tienes dinero para ello y lo feliz que eres con un tipo que nunca llegará a saber lo que tiene. Yo me quedo con la poesía y el cine, que por lo menos no me hacen daño. No si no aparece Haneke tocando los huevos.
El trasfondo es que antes todo era mucho más fácil. Cuando me hacía el difícil y el teflón era la marca de la casa. Y el día que dejas de ser prisionero todo es tan oscuro que sólo te queda delinquir hasta la cadena perpetua. Nadie te quiere ahí fuera. Todos lo están pasando bien sin ti. Todo es macabro y cruel. El eterno invierno y lo estéril de la emoción.
Ahora sólo esperaré a que Adele Exarchopoulos me encuentre.