Acababa de llegar a una ciudad fantasma. No sabia donde se encontraba y el coche se le había averiado. Llevaba nevando días, y cuando no lo hacia, la niebla era tan baja y persistente que apenas acertaba a ver lo que tenia a unos pocos metros. Así es como llegó. No había cobertura ni gente en el lugar para que le ayudara. Es como si hace tiempo una terrible catástrofe sucediera en aquel inhóspito lugar. No funcionaba nada y comenzaba a estar muy incomodo. Entonces mientras iba andando por sus polvorientas calles vio un edificio muy alto. Se le ocurrió la brillante idea de que si subía a lo más alto del rascacielos tal vez viera algo que le ayudara a escapar de ese extraño lugar.
Logró abrir la puerta después de varios intentos, y con más maña que fuerza. Se dirigió al ascensor y vio que estaba averiado, cosa lógica que no hubiera electricidad alguna en un sitio como ese, entonces se acercó a un cartel donde se mostraba el plano de la torre. 32 pisos, con 8 escaleras en cada piso, y con descansillo en medio. Eso hacia un total de 512 peldaños para llegar a lo más alto. Donde ni siquiera sabía con que se encontraría, ni si realmente le merecía la pena realizar ese esfuerzo, si le seria recompensado…
Hacía frío, mucho frío. Cada vez que soltaba aire veía como salía de su cuerpo. Apenas tenia una fina chaqueta y unos guantes. Comenzó a ir para arriba. Escalón tras escalón, pasó a paso, con mucho cuidado ya que el material estaba muy erosionado por el paso del tiempo. No era fiable. No paraba de escuchar extraños ruidos mientras se consolaba a si mismo diciendo que no eran más que pequeños roedores. Estaba muy cansado, y aun se encontraba por el piso número doce… ningún escalón era igual que el anterior, les había muy altos y casi planos. – Que sitio más raro…
En medio de tanto descubrió una habitación enorme. Parecía una sala donde se reunía gente importante. Parecía sacado de una película de serie B de los años 70. Todo estaba en tan mal estado… En ese preciso momento se ilumino todo el edificio. Como si de repente todo hubiera vuelto a la normalidad. Al pasar eso, y de esa forma tan repentina se dio tal susto que cayó la vela que tenia sobre sus dedos para iluminarse. Más voces, más pisadas… más miedo. – Que sitio tan raro…