Hoy tenemos entradas de primera fila para asistir a la obra maestra de hacerse mayor

Es el día uno. Dice que dura tres días. Aunque también dice que aquí sólo existen dos de los tres tiempos verbales. Como lo de la tragedia y la distancia. El pasado se pliega sobre el presente y el futuro soló es más pasado. Es como pesarse el día 24 por la mañana y ponerte un reto muy poco ambicioso. Un kilo y medio no está del todo mal pero la niebla filtra el tuétano y esa balanza es tan exacta como el criterio de los pulgares de la persona que te mira con cara larga. Está perdida pero siempre ha sabido donde estaba, aunque todo está tan cambiado que la tierra blanda y el fino musgo no hacen más que de pista de aterrizaje de un solo infinito.

Kitsch y excesivamente luminoso. Algo que haría minimalista al barroco más Bizarro. La chaqueta de lana se hace bolas pero ese vestido tan largo se le hace bola. Imagina que cada cosa que hicieras tuviera una etiqueta con el momento y el lugar exacto en el que hacer esa cosa. Un manual de instrucciones del agua estancada. Fluir sólo es 9 en número atómico y sorber la sopa es peor que derrocar la súper estructura eregida y follarte la sociedad de clases. Nunca te arden las manos porque para eso haría falta fuego.

Cuidado. Puede moverse en cualquier dirección.

Aplastar el suflé de melocotón y después sazonarlo con un poquito de sangre de Ana Bolena y un collar de perlas. Yo no entiendo la tradición pero instauraría la costumbre de que no dejaras de mover los ojos en mi dirección. Lo cristalino cristaliza y sólo creo en lo que me cuentas una vez al día. El manual de estilo sólo tiene una norma: no pares de hacerlo hasta que te diga que pares de hacerlo. Una talla más por si acaso y avisa de que hoy no llegarás a la hora de cenar. Derrapa por la derecha con esa media sonrisa mientras miras al techo.

Esto lo estoy mirando desde una perspectiva determinista porque si escojo cualquier otra creo que dentro de unos días en el pasado el tallo dejará de mecerse y se romperá. No es ciclo sino espiral. Jugar a hablar en serio dentro de la habitación de un soldado es cambiar de careta para decir lo que piensas de verdad. Una noche, una langosta y una hoja menos en el calendario. El desfile de la tensión está casi en el tercer día y yo sólo quiero poner la música muy alta.

Esta vez suena más producido. Más arreglado. Más cuidado. Todo lo que ha aprendido antes lo vuelca en su trabajo más personal. No es el fracasar mejor sino fracasar de otra manera. Pase lo que pase lo voy a odiar como decía el falso Hemingway. Aquí hay tanto silencio que los pensamientos que rondan tu cabeza son cánticos de manifestación. La pancarta sólo tiene dos asientos delante porque nacer muerto no es morir.

Empiezo a pensar que dejaría todo atrás para quedarme a vivir cuando me miras.

rey del terror salón de espejos