Si reiniciar supone empezar de nuevo pulsando el mismo botón esperando que pase algo diferente igual deberíamos cambiar de palabra

 

Hoy volví a pensar en ti. No, fue ayer. En realidad hace tres días. Sólo lo hago por las noches y un rato no muy largo. Si el lugar de la reflexión es duro e incómodo, mejor. No es en positivo. Tampoco en desiderativo. Es en potencial. Pero siempre fuiste una diosa en potencia y el demonio en esencia. Ya no sé ni cómo es tu esencia. Es mi manera de convencerme. Otra cosa que también hago es hacerlo justo antes de quedarme dormido, en ese estado tan susceptible y alterable como es el de la vigilia en el que según pasa el tiempo todo se hace cada vez más complicado de distinguir entre si es real o fantástico. Todo empezó hace algo menos de una semana en la que te encontré en un sueño. Lo onírico, a menudo, además de ser disperso e inconexo, es tramposo y está hinchado, pero también te puede joder el día. Espera. Estoy buscando las palabras.

Es verano. Lo es desde el 14 de marzo. El verano más raro de tu vida. Un verano inolvidable. En el año que no iba a pasar nada pasa de todo y todo el rato. Y a veces pasas en mi cabeza. Antes no pasabas. Ni siquiera aún yendo en una de esas bicis con la rueda delantera gigante habrías vuelto a despertar mi interés. Pero esa mañana de nube gris y asfalto caliente mi cabeza decidió que la alfombra no soportaba más cosas debajo de ella.

Supongo que alguien se meo en mi alfombra.

Y lo digo en voz alta. Y miro al mar mientras dos de mis amigos me escuchan y las palabras se deslizan por mi garganta como trineo en nieve de cuesta abajo. Y sólo hay aplauso y reconocimiento, pero la fórmula sigue sin cuadrar. Es raro. Me gustan las rarezas. Pero esta rareza no es la luz en la cueva.

Y no tiene sentido. Y nunca lo tuvo. Pero es que es todo lo contrario a lo racional. Apareces en un flash en color sepia en el que estás más tiempo en una metapantalla que bailando frente a mis ojos cerrados, y la sensación es que has estado saltando encima de mi cama hace seis minutos y que si has dejado de hacerlo es porque se te ha antojado un zumo de naranja sin pulpa. El proceso es largo, ya me resulta hasta tedioso. He probado a hacerlo sin manos, con una venda en los ojos o atravesando un aro de fuego, y nada. También lo he intentado leyendo 19Q4 al revés, viendo dos veces la tercera o la cuarta de Tarkovsky o rellenando el modelo 303, y menos. Es un sino. Una poesía que no rima. Eres la espuma que nunca se seca.

La defensa de lo inerte y lo reactivo de lo irascible.

Joder, eres un tardígrado. Tu inconsciente capacidad de adaptación hace que seas indestructible. Vives en lava y vives en agujero negro, pero como mejor te lo pasarías es en una estrella que circula por el gélido espacio exterior hasta convertirse en lágrima un día de agosto mientras dos paletos miran al cielo y se dan cuenta de que no cambiarían ese momento por nada del mundo.

ottos_cykel

voy a esculpir el tiempo en una montaña de sal